Muchas personas sienten frustración al mirarse al espejo y notar barriga hinchada, piernas pesadas o rostro inflamado. La primera idea que suele venir a la mente es: “he engordado”. Pero, ¿y si lo que realmente tienes es inflamación crónica y no grasa?
En este artículo te explicamos cómo diferenciar inflamación de grasa, qué la causa, cómo reducirla desde la alimentación y hábitos, y cuáles son los alimentos que desinflaman y los que deberías evitar.
Hinchazón que fluctúa a lo largo del día: más deshinchada por la mañana y más hinchada por la tarde.
Sensación de pesadez en piernas, abdomen o cara.
Gases, digestión lenta y retención de líquidos.
Fatiga, cambios de humor y dificultad para perder peso.
Zonas blandas o “acolchadas”, sensibles al tacto.
No fluctúa de un día a otro, es estable en el tiempo.
Acumulación más firme en abdomen, caderas o muslos.
No suele acompañarse de gases ni digestión pesada.
💡 Tip: La inflamación es como un fuego lento dentro del cuerpo, silencioso, causado por estrés, mala alimentación, falta de descanso y exceso de tóxicos.
Reducir estos alimentos puede ayudarte a sentirte más ligera y desinflamada:
Azúcares refinados: pasteles, galletas, cereales azucarados.
Harinas blancas: pan blanco, pizza, bollería industrial.
Aceites vegetales refinados: soja, maíz, girasol en exceso.
Comidas ultraprocesadas: snacks, comidas precocinadas.
Refrescos y bebidas azucaradas.
Edulcorantes artificiales: aspartame, sucralosa, etc.
Embutidos y carnes procesadas: salchichas, bacon, fiambres.
Alcohol, especialmente si se consume con frecuencia.
Fritos y rebozados, sobre todo en aceites reutilizados.
Lácteos en exceso, especialmente si eres sensible o intolerante.
⚠️ Incluso los edulcorantes pueden alterar la microbiota intestinal y favorecer la inflamación silenciosa.
Incorpora estos alimentos antiinflamatorios en tu día a día:
Verduras de hoja verde: espinacas, kale, acelgas.
Frutas antioxidantes: arándanos, frambuesas, moras.
Especias y raíces: jengibre, cúrcuma, ajo.
Pescados grasos: salmón, sardina (ricos en omega 3).
Frutos secos naturales y semillas.
Aguacate y aceite de oliva virgen extra.
Legumbres cocidas acompañadas de vegetales.
Ejercicio moderado diario: caminar, estiramientos, fuerza ligera.
Dormir al menos 7 horas de calidad.
Reducir el estrés: meditación, respiración consciente, actividades que disfrutes.
Hidratación constante: agua, infusiones, limón o pepino.
Evitar comer justo antes de dormir: deja 2-3 horas entre cena y descanso.
Desayuno: yogur natural sin azúcar + frutos rojos + nueces.
Media mañana: infusión de jengibre con limón.
Comida: verduras + proteína magra (pollo o pescado) + cúrcuma.
Merienda: zanahorias crudas con hummus o una pieza de fruta.
Cena: crema vegetal + huevo cocido + semillas por encima.
Este tipo de alimentación es simple, saciante y antiinflamatoria.
Diferenciar inflamación de grasa es clave para no frustrarte al intentar perder peso.
Sustituir alimentos inflamatorios por opciones frescas y reales, junto con buenos hábitos de sueño, ejercicio y gestión del estrés, puede mejorar tu digestión, energía, estado de ánimo y apariencia física.
💡 Recuerda: no se trata de seguir una dieta perfecta, sino de hacer cambios sostenibles que te ayuden a sentirte más ligera, saludable y conectada contigo misma.
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